jueves, 11 de marzo de 2010

¿Dueños o esclavos de nuestros pensamientos?


(Laura Forcano, psicóloga)

¿Cuántas horas al día nos pasamos pensando? La respuesta a esta pregunta puede variar según la persona, el momento vital en que se encuentre y otros factores.Pero lo más probable es que contestemos “la mayor parte del día”. Siendo así, es especialmente importante que seamos conscientes de cómo afectan nuestros pensamientos al resto de nuestra vida y cómo podemos aprender a modificarlos para sentirnos mejor.

En la mayoría de ocasiones nos es fácil reconocer que estamos contentos, ansiosos o tristes, y solemos ver una relación directa entre estos estados y la situación que los ha provocado. Echemos un vistazo a esta viñeta a modo de ejemplo:



En este caso, vemos como el pequeño Charlie Brown ante una situación aparentemente neutra, hace una interpretación totalmente negativa de lo que deben estar hablando las niñas. Entonces, ¿qué es realmente lo que ha hecho que Charlie se sintiera deprimido? sencillamente la interpretación sobre lo que las niñas estarían pensando, y lo que es peor, ha asumido que lo que él imagina es cierto. Este tipo de interpretaciones se conocen como “pensamientos irracionales”.

Al ver este tipo de situación en otra persona nos puede parecer sencillo identificarlos o incluso absurdo tenerlos, pero resulta mucho más complicado cuando son nuestros propios pensamientos.

En nuestra vida cotidiana nos encontramos en multitud de situaciones en las que nos basamos en estos “pensamientos irracionales” y estos, influyen en nuestros sentimientos, y por tanto, en nuestro estado de ánimo, haciendo que nos sintamos tristes, enfadados o preocupados.

Algunos ejemplos de este tipo de pensamientos son:

Fijarnos en lo negativo. Por ejemplo, alguien nos alaba delante de los demás, y entre las virtudes que señala deja caer una crítica, al pensar sobre ello, le damos más importancia a esta negatividad por encima de todo lo positivo.

Generalización excesiva, cuando creemos que una experiencia negativa se repetirá continuamente. Ejemplo de ello podría ser el pensar que nunca vamos a conseguir un trabajo, después de haber sido rechazados para un puesto.

Personalización. Por ejemplo, alguien comenta que una persona ha llegado a un buen puesto y nos lo tomamos como si se refiriera a que nosotros no hemos sido capaces de conseguir lo mismo.

Interpretación del pensamiento. Es decir, si ese día un amigo nos habla un poco más serio de lo normal, tendemos a pensar que le hemos hecho algo o que está enfadado con nosotros, dejando de lado otras opciones posibles (puede haber tenido un mal día, le han dado una mala noticia…).

Es importante saber que se puede trabajar para cambiar estos pensamientos y por lo tanto el modo en que nos sentimos. Con la ayuda y el entrenamiento apropiados no pretendemos un pensamiento más positivo, sino uno más ajustado a la realidad lo que hará que estos cambios sean más duraderos y eficaces, y nos ayudará a ser un poco más felices.

No hay comentarios:

Publicar un comentario