jueves, 11 de marzo de 2010

Violencia y Juventud


(Gloria Terrats, psicóloga)


Perspectiva instintivista :

Centrada en la idea de que el ser humano está programado para la violencia dando como válido que “la gente agrede porque forma parte de la condición humana”. En este sentido y como cualquier otro instinto “la agresión constituye por sí misma un mecanismo evolutivo que ayuda en el proceso de conservación del individuo”.

Es decir, se asume que “todos somos violentos por naturaleza”.

El psicólogo Bernabé Tierno defiende por ejemplo la existencia de “una agresividad innata que nos hace reaccionar cuando estamos ante un grave peligro”.

Teoría de la Violencia aprendida:

aquella violencia injustificada, en la que el hombre se recrea a veces. Un niño que ve violencia, que vive entre violencia y que la asimila desde muy pequeño tiene muchas probabilidades de practicar violencia. La etapa más sensible transcurre entre los 4 y los 12 años. Un estudio realizado sobre 25.000 menores presos en USA reveló que el 52% tenían o habían tenido un familiar en prisión y en algo más de 6.200 casos el delincuente era el padre.

Las teorías que sostiene el Dr. Rojas Marcos en este sentido, se ven respaldadas por diferentes estudios entre ellos las investigaciones realizadas con hamsters en la Universidad de Massachusetts (USA), de las que se desprende que los ratones sometidos a amenazas y agresiones en el laboratorio durante su infancia, se vuelven luego más violentos y segregan mas serotonina ( neurotransmisor implicado en los impulsos agresivos), hormona que se manifiesta en los humanos adultos con comportamientos agresivos.


Teoría de la frustración-agresión:

Dollar y otros (1939) centran sus argumentos en la afirmación de que “la agresión es siempre la consecuencia de una frustración”. Con posterioridad se flexibilizó este postulado inicial afirmando que “la frustración podía producir tendencias hacia diferentes tipos de respuesta, entre ellas la agresiva, pero el hecho de que alguna persona tuviera una frustración no permitía predecir que esto desembocaría necesariamente en una agresión debido a que esta podría canalizarse por otro tipo de respuestas distintas de la agresiva”.

Construccionismo social:

Desde esta perspectiva se contempla que las formas utilizadas para interpretar las acciones violentas son contingentes y están afectadas por los recursos interpretativos disponibles, los cuales a su vez están determinados por los intereses de poder y de dominación presentes en cualquier tipo de formación social, es decir, que las acciones violentas se relacionan directamente con los colectivos que las producen y que los actores violentos son productos de contextos históricos determinados.

Cualquier discurso desarrollado sobre la violencia es relativo a un tiempo y a una sociedad específica generadora a su vez de modalidades y valores que la definen. Estos discursos forman parte a su vez de otros discursos equivalentes relativos a : raza, grupos étnicos o a cuestiones de género, que conforman los rasgos que sirven para definir una determinada cultura.

El protagonismo de los jóvenes es una de las imágenes sociales sobre la violencia de nuestros días, constituyendo además un elemento diferenciador respecto a etapas anteriores. Algunas estadísticas ofrecen datos sobre niños de 11 años fichados por la policía como miembros de bandas juveniles violentas.

Rojas Marcos y el sociólogo Enrique Gil-Calvo señalan que: “quizá exista menos violencia que nunca pero la conocemos más, es más visible y se persigue más”.

Este mismo autor apunta el hecho de que “hoy tenemos más posibilidad de sufrir violencia en casa que fuera”, datos que confirma un estudio del gobierno civil de Barcelona con respecto a un análisis realizado a partir de 402 casos de abusos a niños entre 10 y 16 años cuyos resultados señalan que:

La mayor parte de ellos fueron cometidos por familiares de los niños o amigos de sus padres.

El 57% de los abusos ocurrió en niños de familias de clase media y alta y en la mayoría de los casos los padres no tenían problemas de marginación o toxicomanías.

A menudo se atribuye la violencia a enfermos mentales, aunque sólo el 12% de los esquizofrénicos muestran comportamiento agresivos.
La mayoría de la violencia sin causa es ejercida por gente considerada “normal”.

Por otra parte factores como la televisión, el cine y la propia violencia doméstica se señalan como variables que contribuyen a la proliferación de acciones violentas.

Rojas Marcos señala que los patrones de violencia responden a tres grandes patrones:

Por competitividad o lucha social.
Por diferenciarse de otros (ataques racistas o contra homosexuales).
Por lo que él llama “culto al macho”, argumentando el hecho de que en los países occidentales el hombre comete muchos más actos violentos que las mujeres.

Tal vez la reflexión a la que debiéramos llegar después de analizar las distintas teorías es que la sociedad en su conjunto contempla de forma “pasiva” lo que sucede con los jóvenes en lugar de proponer alternativas conjuntas que no dejen al margen el discurso y la opinión de los propios jóvenes en lugar de descargar toda la culpa en la TV, los video juegos, etc...

Como señalan Domenech e Iñiguez (1998) “las formas que tenemos para interpretar los actos y actores violentos son contingentes y están afectados por los recursos interpretativos disponibles en la sociedad, los cuales no están al margen del poder y dominación existentes en cualquier formación social”.

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